domingo, 31 de enero de 2010

Maldición


Maldigo. Maldigo el momento en que te vi; el instante en que tus ojos y los míos se

fundieron en una sola mirada.

Maldigo aquel momento. Maldigo la ocasión en que, creyendo en tu embustera palabra,

me arrojé rauda a tus falsamente confortables brazos, creyendo, inocentemente,

encontrar en ellos algún consuelo o ingenua salvación.

Maldigo la noche en que, bajo la tenue luz de una torpe luna, me confesaste tus más

inconfesables secretos. Maldigo el momento en que confién en tus ojos acuosos, tus

palabras vacías y tu voz rota rogando perdón por el dolor que me causaste. Maldigo

ese dolor que me causaste, que ahora me desgarra por dentro, helando mis entrañas,

cada minuto, cada segundo. Cada pálpito, cada maldito latido de mi ya maltrecho

corazón es un sufrimiento insoportable, que hace que mis susurros se tornen gritos

silenciosos. Maldigo haberte amado. Maldición...

Te maldigo a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario